¡Hola amigos! Hoy les quermos presentar una de las obras del escritor peruano Jose Maria Arguedas:
Argumento de "Warma Kuyay", cuento de Jose Maria Arguedas.
Warma Kuyay nombre quechua, que significa amor de niño.
Argumento de "Warma Kuyay", cuento de Jose Maria Arguedas.
Warma Kuyay nombre quechua, que significa amor de niño.
Esta historia ocurre en la hacienda Viseca, lugar José Maria Arguedas vivió cuando era
niño. Junto al caserío hay una cascada que en el silencio de la
noche, parecía cantar.
Ernesto era un niño enamorado de Justina, una niña que está enamorada de Kutu, lo cual molesta al Ernesto quien sufría al verla mirar a Kutu.
El niño Ernesto y Kutu, vivían en la misma casa que pertenecía don Froylán. Una noche, Kutu le dijo a Ernesto que don Froylán había abusado de la Justina cuando ésta fue a bañarse con los niños; Ernesto no podía creerlo y se puso a llorar abrazado al cholo.
El Kutu, que era un indio fornido, lo levantó y lo echó sobre su cama diciéndole que la Justina tenía corazón para él, pero que ella sentía miedo porque él era un muchacho todavía.
Ernesto sentía rabia contra don Froylán, llegando a decirle a Kutu que cuando fuera grande lo mataría.
Era tanta su sed de venganza que pidió a Kutu que matara con su honda a don Froylán, , como si fuera un puma ladrón. Pero como el indio Kutu no quiso hacerlo, Ernesto lo acusó de cobarde y le dijo que se largara porque en Viseca ya no servía.
Mas tarde Kutu pidió licencia y se fue, la tía de Ernesto lloró por él como si hubiera perdido un hijo. Ernesto se quedó junto a don Froylán, pero cerca de su Justinacha ingrata. Ya no fue desgraciado.
A la orilla de ese río espumoso, oyendo el canto de las torcazas, vivía sin esperanzas, pero era feliz por estar junto a ella bajo el mismo cielo, en esa quebrada que fue su nido, contemplando sus ojos negros, oyendo su risa, mirando sus pestañas largas. Mirándola desde lejos; era casi feliz porque su amor por Justina era un “Warma Kuyay” (amor de niño) y sabía que Justina tenía que ser de otro, de un hombre grande que empuñara ya el zurriago, el mismo látigo con que Kutu masacraba los becerros más finos y delicados de don Froylán, como queriendo así, lavar el honor de la Justina.
Ernesto vivió alegre en esa quebrada verde y llena del calor del sol, hasta que un día tuvo que dejar aquella tierra que amaba tanto.
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